Todavía conseguí alargar un poquito mas el verano y así conbatir el sindrome post-vacacional con un retorno escalonado a los deberes laborales, y en una escapada de un día me apunte con los «profes», Alex e Iker a descubrir uno de los paraisos verticales ubicados en el Pirineo. La verdad es que había paseado multiples veces por el parque de Ordesa y Monte Perdido y había quedado ensimismado por la verticalidad de sus paredes. Incluso alguna vez había visto de cerca escaladores en el entorno de las clavijas de Cotatuero, cuando había pasado por ellas en alguna excursión y me había sobrecogido observandolos. Pero sinceramente, nunca me había planteado en serio escalar aquí. Lo veia como algo lejano e irreverente para mis condiciones.
Pero se ofrece la ocasión y mejor no dejarla escapar. Llamadas y proposición para subir la Ravier (380m. MD+ 6b+ (v+ ob.)) ubicada en el Tozal del Mallo. Subidón. Mariposas en la tripa… o mas bien un enjambre de avispas! Por otra parte tranquilo, subimos con dos maquinones, Juan e Iker, así que el Agüelo y yo nos divideremos con ellos. Al final también se apuntan Beto y Alex. Dos cordadas de tres. Yo, con dos maquinas, mas tranquilo si cabe!
Se me plantea el no abrir ni un largo, y subir en escalada de placer. Ni hablar de ello, pero cuando nos plantamos debajo del Tozal ya no lo tengo tan claro. Al final me hecho para arriba y tiro el L2 y el L3, mas el primero que hicimos en zapatillas y sin encordar. El resto me dejo llevar por un caos de bloques desplomados, bajo una escalada física y atlética. Las fuerzas, cada vez mas justas, me hacen sufrir en algún largo. Infumable la chimenea de 6a?, espectacular el siguiente de 6a+ que casi encadeno, amables los dos ultimos de chimenea aunque hay que escalarlos.
Al final salimos por arriba bajo una tormenta veraniega que le da un ambiente de aventura, y que nos hubiera metido en serios porblemas si aparece una hora antes. Yo llego bastante tocado, y hasta que no llevamos un rato bajando no empiezo a recuperarme. De hecho no es hasta el día siguiente después de haberle dado vueltas en la cama, después de recordar con ánimo y alegría los momentos de tensión, los paisajes verticales, los estimulos visuales, las sensaciones deportivas y el torrente de adrenalina descargado cuando realmente valoro el recorrido de la actividad que he realizado en tan buena compañia. En cualquier caso una insignificante actividad deportiva en una de la vías mas transitadas de Ordesa, pero sinceramente, para mi una «Pequeña Hazaña» cargada se signicado.