Después de mucho intertarlo, por fin consigo cuadrar una salida con Churla para recorrer las montañas nevadas y poder mejorar mi experiencia en el esqui de montaña y así, posteriormente trasladar estos conocimientos a Vanesa. Me confirma que la excursión prevista es a La Colladara, y que irá un buen grupo de integrantes de «Sendero Límite». Evidentemente, con estos compañeros decido no mirar el mapa, no pensar en itinerarios, horarios, partes de nieve o metereología. Esta claro que cuando vas con gente mucho mas experta que tu, lo mejor es dejarse llevar, apretar los dientes para intentar aguntar el ritmo y disfrutar de la experiencia.
Churla me pasa a recoger pronto, pero al final quedamos a las 9:30 en Villanua (un poco tarde pienso yo) y allí nos juntamos con Julio, David, Gonzalo, Noe y Adrián. Todo titanes. Miedo. Me cuentan que vamos a subir por un sendero «límite» auxiliar que sube directo y es el camino mas rápido. Arranco siguiendo el ritmo y aguantando el tiron un buen rato. Antes de la primera parada me hecha fuego todo el cuerpo y me convierto en el rezagado del grupo…
Pero lo que propongo en la teoría lo aplique en la práctica y hizo que fuera un día alucinante. Me dedique a mirar al suelo (excepto cuando disfrutaba del paisaje) y concentrarme en llevar el mejor ritmo posible y continuar para arriba. Pero lo curioso es que siempre tenía un intengrante del grupo acompañandome, marcandome el ritmo, dando animos o consejos, vigilando que hiciese bien las maniobras, vigilando los crampones, controlando en las zonas expuestas, ayundandome en las transiciones. Algo extraño cuando casi siempre me pongo en el papel contrario. Un placer, una relajación total para la cabeza que te permite exprimirte en otros aspectos.
La bajada fue otra cosa. Primera invernal del tubo sur con las botas sueltas (a mi cargo con dos chufones). Apretar las botas :). Nieve alucinante!!! Resulta que salimos tarde pq así había recibido una buena carga de sol que la había dejado perfecta (que bueno es saber tener la boca cerrada a primera hora). Bajando creo que me defendí mucho mejor y disfrute de una bajada que se me hizo demasiado corta. Luego a seguir aprendiendo un poquito mas por esqui boscoso. Curisoso. Complicado.
Al final un día largo e intenso que me dejo como necesitaba, bien cansado y descansado. Compartirlo con los «Sendero Límite», una experiencia. Se pueden conocer distintas rutas de este equipo tanto en nieve como en escalada y mantienen sus peculiridades en ambos ambitos, pero al compartirlas con ellos te das cuentas de la ética que defienden a la hora de afrontar las montañas, sin duda con unas dosis de generosidad y compañerismo que harían que las cosas fueran mucho mejor si la sociedad fuese capaz de aplicarlas, aunque fuera solo un poquito, solo un poquitito…