El domingo amanecimos a las 5:30 sin haber dormido mucho, un desayuno frugal y ya estabamos con la mochila cargada y andando para arriba entre las tinieblas del crepúsculo. En 20 minutos calzamos esquis y empieza el asunto. Tanto entrenar en pistas este año para darnos cuenta en la primeras cuestas que no hemos practicado lo suficiente la vuelta maria, maniobra esencial de la progresión en pendiente. Pero es que en las pistas apenas hace falta!!
Cuando pasamos por la Renclusa se pone a llover y empezamos a pensar si no será mejor darse la vuelta. No tenemos claro si se podra hacer cima pq el cielo esta muy negro, pero ya que estamos aqui, decidimos tirar para arriba.
Poco a poco vamos cogiendo mas confianza con los esquis, y aunque el ritmo es lento, el desnivel va subiendo y cada vez el refugio se ve mas lejos. Una parte del grupo se desvía hacia las madaletas orientales y Beto junto con nosotros decidimos ir hacia una excursión mas sencilla como habíamos planificado. La verdad es que perderse es complicado por la cantidad de gente que sube, a la altura del portillon inferior mucha se desvía hacia el Aneto, pero la que continua por nuestro camino también es considerable.
Así continuamos por buena huella hasta la altura del collado de la Rimalla, alli dejamos los esquis y continuamos por una canal algo complicada que nos lleva a la cresta cimera. En un paseo nos plantamos arriba donde disfrutamos de unas vistas deliciosas del Aneto y su glaciar, que permanece escondido hasta el ultimo momento y que te otorga una placentera dosis de autoconfianza cuando te asomas al mirador cimero.
Después de un rápido tentenpie quitamos focas y nos disponemos para la bajada. Vanesa había subido todo el tiempo pensando en el problema que le iba a suponer bajar, y lo que en principio es la parte divertida de la actividad, para ella se convierte en un gran inconveniente. Así que con mucho miedo y prudencia nos lanzamos para abajo. Algun revolcón inicial en una nieve mas pesada, la mejora de la nieve conforme descendemos, y la seguridad que vas adquiriendo conforme progresas hacen que cada vez disfrutemos mas de la interminable bajada por una pista azul en la que tu eliges el camino a seguir: tubos, palas, llanos, laderas… una autentica gozada!
Y Vanesa, aunque con muchos ánimos, al final se porto como una campeona. Seguro que no se dio cuenta pero en la parte final apenas se caía y bajaba por zonas complicadas y enrevesadas sin ningún problema. Sin duda un bautismo en toda regla!
Eso si, al coche llegamos reventados pero a tope de contentos.