Este fin de semana ha sido extraño para nosotros. Entre cena con amigos, su resaca, visitas familiares, un entierro, trabajo sorpresa, noche de disfraces y varios cambios de planes sobre la marcha nos hemos quedado sin hacer ninguna actividad por la montaña, y eso que teníamos un plan genial, con amigos de montañeros, para ir a probar los progresos en el mejor medidor de la provincia, nuestra querida Morata.
El fin de semana nos ha aportado cosas fabulosas a nivel emocional y nos permite mantener tensos los hilos que nos unen a nuestra familia y amigos, pero esta mañana cuando nos hemos levantado a la 6:00 para ir a nadar creo que ambos teníamos unas ganas tremendas de machacar y ejercitar nuestros musculos después del imprevisto fin de semana de descanso que les habíamos dado.
A veces nos dicen que estamos cambiando, y que es muy dificil quedar con nosotros pq estamos siempre haciendo actividad en el monte. Es probable que sea así, pero siento que mi equilibrio hoy está descompensado por no haber hecho nada. No es que me sienta mal, pero me invade una melancolia urbana inevitable.
Os estáis volviendo unos yonkis de la escaladaaaaaa